El pasado 25 de setiembre (2015) el Papa Francisco habló ante la ONU
sobre diversos temas, todos a mi parecer esenciales y con una coherencia muy
poco vista en discursos actuales. Yo no soy católica, pero creo que el Papa actual sabe
exactamente cómo comunicar mensajes oportunos, eficiente y de una forma muy
sutil tocar la llaga.
Entre los temas que trató fue "la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada Cultura del descarte". Claro precedían a esta frase temas como la guerra, el hambre, la pobreza y el egoísmo, pero esto me hizo pensar en que es cierto, vivimos en un constante descarte; es tan fácil cambiar lo externo, lo que nos estorba lo quitamos y punto, lo que no nos sirve lo botamos, desechamos las cosas.
Descartamos el celular, la comida, el trabajo, los sueños, los conocimientos, los momentos... las personas. Tristemente ya llegamos a descartar las relaciones con personas, y a este punto es que le dedico el post.
Las relaciones han adquirido esta característica, se ha vuelto sencillo no comunicarme con alguien a pesar de existir más medios, o ahora "tenemos más personas" por la cantidad indiscriminada de plataformas, tantas que en los momentos reales no tenemos a nadie... Así que molestarnos y dejar de enterarme sobre la persona con la que tenía largas interacciones es muy sencillo.
En las relaciones amorosas, pues el mundo también ha cambiado.
En la época de mis abuelos las parejas se quedaban por los hijos, sin importar la existencia de agresión, infidelidad o desamor, las relaciones eran demasiado duraderas. En la generación de nuestros papás ya va apareciendo la opción de divorcio, pero es algo que necesitaba pensarse. Ahora los adultos jóvenes entre los 30 y los 40 años que se juntan o se casan saben que el divorcio es muy viable (hasta hay páginas en redes sociales que venden divorcios "a un solo clic"). Y en las generaciones menores, que en su mayoría no se han casado, terminar una relación de noviazgo es tan fácil como cambiar de celular.
El tiempo y los momentos pasan, relaciones de 1 año, 3 años, 8 años... no importa cuánto lleven juntos, descartar a una persona es opción, como si el interés se acabara al pasar la página, como si fuese una nueva aplicación, como si cambiara de libro de un día para el otro, de una hora a otra.
¿Es más sano? Yo no lo creo.
¿Es más fácil? Sin duda alguna.
¿Es real? No sé, pero creo que es resultado de la forma de vida que llevamos, donde dejamos de ver a nuestro alrededor, donde los momentos son basados en la interacción virtual y donde las relaciones son resultado de un dispositivo móvil.
¿Cómo debería ser?
Me remito al inicio de esto, a esta cultura a la que estamos expuestos ya que olvidamos valorar las cosas y dejamos de construir. Tal vez ahora antes de tomar la decisión de descartar personas porque "no me gusta", "me estorba" o "hay un modelo mejor" (esto no aplica para las relaciones donde una persona agrede física o psicológicamente a otra) quisiera sentarme a pensar el porqué y no inmediatamente cuando o cómo puedo sacar alguien de mi vida.
Entre los temas que trató fue "la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada Cultura del descarte". Claro precedían a esta frase temas como la guerra, el hambre, la pobreza y el egoísmo, pero esto me hizo pensar en que es cierto, vivimos en un constante descarte; es tan fácil cambiar lo externo, lo que nos estorba lo quitamos y punto, lo que no nos sirve lo botamos, desechamos las cosas.
Descartamos el celular, la comida, el trabajo, los sueños, los conocimientos, los momentos... las personas. Tristemente ya llegamos a descartar las relaciones con personas, y a este punto es que le dedico el post.
Las relaciones han adquirido esta característica, se ha vuelto sencillo no comunicarme con alguien a pesar de existir más medios, o ahora "tenemos más personas" por la cantidad indiscriminada de plataformas, tantas que en los momentos reales no tenemos a nadie... Así que molestarnos y dejar de enterarme sobre la persona con la que tenía largas interacciones es muy sencillo.
En las relaciones amorosas, pues el mundo también ha cambiado.
En la época de mis abuelos las parejas se quedaban por los hijos, sin importar la existencia de agresión, infidelidad o desamor, las relaciones eran demasiado duraderas. En la generación de nuestros papás ya va apareciendo la opción de divorcio, pero es algo que necesitaba pensarse. Ahora los adultos jóvenes entre los 30 y los 40 años que se juntan o se casan saben que el divorcio es muy viable (hasta hay páginas en redes sociales que venden divorcios "a un solo clic"). Y en las generaciones menores, que en su mayoría no se han casado, terminar una relación de noviazgo es tan fácil como cambiar de celular.
El tiempo y los momentos pasan, relaciones de 1 año, 3 años, 8 años... no importa cuánto lleven juntos, descartar a una persona es opción, como si el interés se acabara al pasar la página, como si fuese una nueva aplicación, como si cambiara de libro de un día para el otro, de una hora a otra.
¿Es más sano? Yo no lo creo.
¿Es más fácil? Sin duda alguna.
¿Es real? No sé, pero creo que es resultado de la forma de vida que llevamos, donde dejamos de ver a nuestro alrededor, donde los momentos son basados en la interacción virtual y donde las relaciones son resultado de un dispositivo móvil.
¿Cómo debería ser?
Me remito al inicio de esto, a esta cultura a la que estamos expuestos ya que olvidamos valorar las cosas y dejamos de construir. Tal vez ahora antes de tomar la decisión de descartar personas porque "no me gusta", "me estorba" o "hay un modelo mejor" (esto no aplica para las relaciones donde una persona agrede física o psicológicamente a otra) quisiera sentarme a pensar el porqué y no inmediatamente cuando o cómo puedo sacar alguien de mi vida.
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