Ya no hay nada que decir no importó la advertencia de que pasaría ni las razones del porqué no, solo hay cosas inevitables. Como si la vida se burlara de las probabilidades y las posibilidades como si los dioses existieran y jugaran al ajedrez con nuestros caminos. Llega un instante, un leve y raro momento en que las palabras se acaban donde nos damos cuenta que el control es una utopía cuando se trata de amor.
Pase adelante, equivocarse es una opción y levantarse LA opción, que aquí la libertad que tenemos es la de aprender a vivir.