El concepto de "la superioridad del ser humano" siempre me ha
parecido vana y estúpida. Durante los siglos de los siglos, este pensamiento no
ha hecho más que provocar sangre, maltratos y pueblos avasallados a manos de
otros seres humanos que consideran que su verdad, color o "ventaja"
es la mejor.
Yo me pongo a pensar, que si no estuviera en Costa Rica del 2015, sería
esclava de algún otro que se sintiese superior.
Soy cristiana, morena, mi apellido es González, soy latina con raíces
indígenas y soy mujer, en algún otro momento de la historia o lugar en la actualidad
(aún pasan estas atrocidades) hubiese sido víctima de "la superioridad"
de cualquier otro "romano, blanco, nazi, español u hombre".
Una vez un hombre sabio dijo que los mandamientos y la ley se resumía en dos cosas, una de ellas era: "amarás a tu prójimo como a tí mismo". Poco tiempo después lo mataron por pensar diferente. - Jesús -
Mil setecientos años después una mujer escribió: Le principe de toute souveraineté réside essentiellement dans la Nation, qui n'est que la réunion de la Femme et de l'Homme : nul corps, nul individu, ne peut exercer d'autorité qui n'en émane expressément.(El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.) Poco tiempo después la mataron por pensar diferente. - Olympe de Gouges-
Doscientos años después, otro hombre dijo: "Power at its best, power at its best is love implementing the demands of justice, and justice at its best is love correcting everything that stands against love. And this is what we must see as we move on. (El mejor poder es el amor que implica la petición de justicia, y la mejor justicia es el poder que corrige todo lo que pone obstáculos al amor). Poco tiempo después lo mataron por pensar diferente. -Martin Luther King -
Es tan fácil ¿no? Debería serlo. Dejar de pensar que se es mejor por
unos cuantos títulos, una cuenta de banco, un color de piel, un género, una
religión, una orientación sexual, un país de nacimiento, entre otras categorías
en las que nos han metido.
La verdadera superioridad humana es esa: pensar, ver y sentir a ese
"otro" como yo. Que este mismo deje de ser solo un ente alejado de
mí, sino que un igual, verme reflejada y reflejado en esa persona, respetar.
Dejar ese status quo de la tolerancia
como forma de disfrazar el irrespeto, en cambio fomentar la empatía, simpatía y
amor por las personas.
Yo propongo dejar de presentarnos como "soy tal cosa",
"trabajo en tal otra", "mis relaciones sexuales las comparto
con", "mi género es", u otras categorías. Al final de cuentas la
segmentación ha provocado eso, separarnos del otro.
¿No podemos simple y orgullosamente ser humanos? Hemos olvidado que
todos y todas lo somos.
Por mientras la sociedad nota que el del lado es más similar que
distinto, yo creeré que a mi lado hay un humano como yo.
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