** Un día **
- Ahora sí, habla.
Mientras te escucho miro esos labios, los ojos que no se deciden a ser predecibles, tus manos que quiero tomar o los brazos donde me he ubicado tan pocas veces pero me sentí cómoda. Cosas que me gustan de vos, aún quiero conocerte. Me dices:
- Ay, sos un caso
- Te entiendo, pero...
- Sí, eso pasa.
Te vas y sé que muchas cosas hacen que esa puerta se cierre. No se si es el temor a que soy yo, a quienes somos o lo que llegaría a pasar.
** Días después **
Esa encrucijada que nace entre el respeto al espacio y las ganas de hablarte me hacen abrir y cerrar el chat, escribir y borrar mensajes que tienen tu nombre en el destinatario. Apareces.
- Hola
- ¿Cómo estás?
- Bien
Hay tanto que decir que el impulso no es el suficiente. Acaba la conversación sin más sonidos de aviso sobre un "nuevo mensaje".
** Algunas semana después **
Fuiste vos quien se fue. Yo no puedo volver, la llave de la puerta para que pase algo entre ambos quedó en tu bolsillo. Me han dicho que espere, los dos sabemos que el gusto no fue el propulsor si no el miedo. Nos topamos de frente, no se si estás solo o acompañado. Estás tan cerca y por primera vez no sé que decir, no se si sigue una puerta en medio o ya la abriste.
- ...
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